29 de noviembre de 2010

"Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad"

Con esta cita, un humorista (que alardea de no ser periodista, para honra suya) abre cada día su programa; síntoma este de la poca credibilidad de que gozan hoy en día los medios de comunicación.

Según los libros de texto (inspirados en los currículos aprobados por gobiernos y, a su vez, consejeros de educación), las funciones del periodismo son informar (objetivamente) y opinar. Según los libros de texto también, la noticia es un género informativo y el artículo un género de opinión. En la práctica, analizando los textos, llegamos a la conclusión de que la noticia es un género de opinión y el artículo de opinión es un género de opinión.
Si echamos un vistazo a los principales diarios que se venden en España, podemos apreciar que la misma noticia difiere sustancialmente entre un periódico y otro, entre un informativo de radio o TV y otro de otra cadena. ¿Qué conclusión se saca de todo ello? Que la noticia es un género de opinión. Si una noticia es objetiva, cuenta la verdad. Y verdad sólo hay una; lo demás son puntos de vista (muy adecuados para crónicas, editoriales, artículos...)
Hasta aquí, toda persona que sepa leer y comparar textos estará de acuerdo con este hecho, y aún se reirá un rato comprobándolo... Hasta que se haga la siguiente pregunta: "Si todo es opinión, ¿dónde está la verdad?".
("¡La verdad!", dirá don Fulano, "Los que hablan de verdad son una secta, cuidado con ellos").
Sin entrar en filosofías, si Juanito le da un puñetazo a Jaimito hay algo que sucede. Ese hecho se puede relatar de esta manera: "Juanito pegó a Jaimito en el ojo", y será lo cierto. Pero también se puede redactar de esta manera: "El radical Jaime Echegovino, que tiene antecedentes penales por conducir ebrio, osó poner su vigoroso ojo en los delicados nudillos del desvalido don Juanito Poligloto". Si todos los diarios publican la segunda redacción del asunto, no por ello será esa la verdad. Lo que sí sucederá es que los lectores sólo accederán a esa "información", donde las verdades aparecen veladas y disfrazadas. Aquí, los lectores pueden hacer dos cosas: asimilar acríticamente las palabras del periodista (o, en la mayor parte de los casos, agencia) o intentar adivinar la verdad tras las palabras. Este último es un ejercicio apasionante de comentario lingüístico; aunque lo sería más si los periodistas fuesen buenos.
Cuando los medios de comunicación imponen su opinión al público (sin violencia física, por supuesto, ¡buenos estaríamos!), a esa imposición se le llama opinión pública. Al parecer, los políticos están muy preocupados por ella, ya que influye directamente en los resultados electorales. Por eso es muy importante para los grupos políticos hacerse con el poder mediático. ¿Y los medios de comunicación, hasta qué punto se venden al poder?
¿Y los medios de comunicación que no se venden al poder? ¿Quién no ha oído hablar de la palabra "censura"? (No estamos hablando de hace cincuenta años, sino sólo de hace unas semanas, cuando una página web que se dedica a desmontar las mentiras de esos periódicos que crean opinión pública fue atacada y cerrada).

En conclusión, os diré: cuando yo era niña e iba al colegio, mis profesores nos decían (pienso que con honradez): "Niños, debéis ir acostumbrándoos a leer el periódico para estar informados". Ahora, visto el panorama, yo prefiero decir: "Niños, no leáis el periódico, que sólo trae mentiras". Y es que, entre los géneros de ficción, la novela es más entretenida.

Una noticia en lavozdegalicia.es:

http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2010/11/28/0003_8877165.htm

La misma noticia en galizalivre.org:

http://www.galizalivre.org/?q=noticia/29.11.2010/valedor-do-povo-apremia-persegui-om-do-independentismo

Es fácil minusvalorar la información que ofrecen uno y otro medio. Al primero se le podría tachar de alienador o subordinado a la ideología dominante; al segundo, de radical y lusista. (Fijémonos en los adjetivos que acabo de emplear, con qué mala baba se puede desprestigiar el trabajo de un periodista con un solo adjetivo: es el poder de la lengua, en este caso, la oratoria fácil: el connotar a un calificativo de desprecio. Los periodistas lo saben, los filólogos también). Es importante dominar la lengua para conocer sus trampas. (De hecho, los filósofos lo saben: el lenguaje está lleno de trampas. Véase la obra de Wittgenstein, por ejemplo: el lenguaje es una trampa para la verdad). Todos debemos dominar la lengua para que los medios de comunicación no nos dominen a nosotros. Eso es lo que debería enseñarse en los libros de texto.

La procedencia o no de la resolución del Valedor es otro tema, que daría para un amplio debate sobre la libertad de cátedra, la censura y la imposición ideológica. En este artículo se habla de la manipulación de los medios de comunicación.

Sobre este tema, lecturas de primer nivel son las obras de Noam Chomsky (lingüista creador de la GGT, Gramática Generativo-Transformacional) y Bertold Brecht ("Cinco dificultades para escribir la verdad"). Para vosotros, alumnos de la ESO, son un poco densas hoy, pero espero que mañana no lo sean.

http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina47febrero/4704pineda.htm : artículo sobre el modelo de propaganda de Noam Chomsky.


Eso sí, cuidadito con los comentarios, por favor, que me cierran el chiringuito, ¿eh?

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